La historia de Italia es una de las más importantes de toda Europa y de todo el mundo. Íntimamente ligada
a la de la cultura occidental y la historia de
Europa, ha vivido buena parte de los principales acontecimientos históricos
del mundo occidental y universal.
Heredera de múltiples culturas antiguas como la de los etruscos y latinos y receptora de la colonización griega y cartaginesa, vio nacer el Imperio romano, legador de gran parte
de la cultura occidental y uno de los mayores de la historia. Tras la caída del Imperio, Italia sufrió una serie de
invasiones germanas alternadas con intentos bizantinos y francos
de reconstruir la unidad del Imperio Romano.[1]
Roma, sede del papado y fuente de legitimidad imperial fue en esos tiempos un
foco que atrajo a figuras como Justiniano I y Carlomagno.
Durante la Edad Media Italia se convertiría en un mosaico de ciudades-estado
que luchaban entre sí para conseguir la hegemonía sobre el resto, con frecuentes
intervenciones de las potencias circundantes y de la Iglesia
Católica. Su privilegiada situación geográfica hizo que fuera clave en el comercio europeo y favoreció
repúblicas marítimas conectadas con la historia europea. La lucha
entre el poder temporal imperial, que incluía a Italia, y el espiritual papal,
que tenía su sede en Roma, tuvo en Italia especiales repercusiones.
Esta herencia de relevancia política lo convirtió en foco de las
luchas por el poder en Europa. Además, el legado cultural clásico y eclesiástico
fue el caldo de cultivo de nuevas tendencias. En los siglos XV y XVI se convirtió en el centro cultural de
Europa dando origen al Renacimiento y fue
uno de los campos en los que se decidió la supremacía europea del Imperio
español con la victoria sobre Francisco I de Francia.
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